La vil y sistemática destrucción de los hechos patrimoniales arquitectónicos
Con mucha pena y nostalgia, desbordante hasta las lágrimas, hemos de observar el dramático avasallamiento que sufren los últimos iconos patrimoniales que quedan en Cochabamba.
¿Acaso hemos olvidado por completo nuestra historia y nuestras raíces?
¿Qué clase de Autoridades Municipales hemos creado nosotros como ciudadanos?
La soberbia, la tozudez, la ignorancia, están haciendo estragos, como en el caso de esta vivienda Chalet de la plazuela Constitución, proyectada por el Arq. Gustavo Sanjinés K. que fue galardonada con el PREMIO MUNICIPAL DE EDIFICACIÓN en 1941. ¿Qué sucedió?
¿Qué carajos hacen estos entes de la unidad Municipal responsable para que permitan semejante destrucción?
Los casos son varios y en distintas épocas: el abandono de la Casa Quinta Bickenbach en Cala Cala, la casa de los esposos Salamanca Ugarte convertida en parqueo Municipal; la demolición de las viviendas en la calle Sucre frente al Colegio Bolívar, la Casona de la Junín esquina General Achá, etc. Y ahora le toca a esta hermosa casona que armonizaba un equilibrio en la plaza Constitución.
Los arquitectos sabemos que fueron varias las notas cursadas reclamando estas acciones autorizadas y que no se obtuvo respuesta alguna, sin resultados que permitan reencausar una Preservación efectiva.
Odiamos cada vez más el antaño con su belleza de una época casi olvidada, somos más insensibles permitiendo este tipo de avasallamientos necios e insensatos. Probablemente queremos vivir en medio de una selva de horrorosos edificios que más bien son llamados “mamotretos horripilantes y sin gusto”, sinónimo de satisfacciones comerciales del degenerado mercado inmobiliario.
La indiferencia y la poca valoración que se da a la historia a través de su arquitectura es un común denominador de los Kochalas en general, los empresarios inmobiliarios que lucran con nuevas edificaciones que carcomen nuestro legado histórico, todos ellos forman parte de esta naturalización por la aniquilación histórica de nuestro Patrimonio.
¡Ya es suficiente! La asfixia nos llega lentamente, primero como ciudad contaminada y ahora que nos quitan lo poético de la ciudad, lo elemental, lo que nos llevaba al azoramiento, a la admiración, sin entender que la importancia de un edificio patrimonial radica en que, este respira vida de las personas que han pasado por ahí, las piedras hablan y los espacios nos traducen lo poético de esa época. Ahora nos dejan con cascarones sin sentido, porque como escribe Danny Gonzales en “Patrimonio Kochala Patrimonio de nadie”: “…esta edificación, hubiera sido preferible que la demuelan totalmente, porque al dejar sus restos (su cáscara), es como coloquialmente se describe cuando una persona ha sufrido de mancharisk´a, es decir ha perdido su ajayu (alma), lo que significa, en términos del patrimonio cultural, la pérdida simbólica irremediable de la estructura que alguna vez la albergó y que hizo de él un patrimonio arquitectónico…”
Supay Apachun!! Las políticas institucionales no existen, mana kanchu…! Por lo tanto no responden, la normativa vigente no existe, y así la intervención agresiva hacia nuestro entorno patrimonial y urbano nos deja en una oscuridad plena comparable con un túnel “Honorable” muy parecido al esfínter, que defeca eses putrefactas, pero aun así digerible a los culpables.
Jaime Salinas Endara