No, la pregunta no es un chiste: es solo la expresión, bien cínica ciertamente, que un amigo usó cuando discutíamos sobre el futuro de los libros y el sentido de que la Unesco haya proclamado la fecha del 23 de Abril como “Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autores”.
Empecemos de este último. En Barcelona, España, hace ya casi un siglo que en esta fecha, coincidiendo el festejo de San Jorge como patrono de la región de Cataluña, la gente se regala libros y, para las damas, una rosa roja como suplemento: las calles se llenan de vendedores de libros que arman sus banquitos con los colores amarillos y rojos de la región y se pueden ver personas salir de sus trabajos llevando en las manos un libro con una rosa atada para regalar. El aire primaveral ayuda a crear un clima y un contexto que merece ser vivido.
La fecha además, y también por eso la Unesco la escogió, coincide con las muertes de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y del Inca Garcilaso de la Vega, ¡todos fallecidos en la misma fecha!
Pero, en la era de la supremacía de las nuevas tecnologías, ¿qué va a pasar con los libros? ¿Los que todavía querrán leer solo podrán hacerlo en un iPad o un Kindle? ¿Compartiremos los libros por medio de Usb? Y si es así, ¿Dónde escribiremos la dedicatoria?
Es cierto que, a considerar las estadísticas, a nivel mundial se lee menos ahora que hace 20 años y la divergencia apunta a agrandarse si miramos al futuro. No es que la gente esté menos interesada, más bien parece excusarse con no tener tiempo, que los quehaceres cotidianos tienen la prioridad, que los precios de los libros, al menos en nuestro país, presuponen un gasto importante dentro de la economía familiar. Pero a la vez siempre hay tiempo de mirar la tele, seguir las novelas, donde no hay lugar a la imaginación, escuchar informativos que solo hablan de crónica negra o episodios cotidianos de poca importancia.
Entonces, en una época similar, ¿Qué será de los libros?, ¿Están destinados a desaparecer, están ya moribundos? La respuesta que di a mi amigo fue otra pregunta: ¿Si tuvieras que dejar un mensaje a la posteridad que medio utilizarías, un libro o cualquier otro artefacto tecnológico? Los libros y los pergaminos han resistido siglos y hasta milenios, mientras que los nuevos ordenadores ni siquiera ya pueden leer floppy disks de los años ’90. Hasta el equipo más moderno de hoy, puede que en unas décadas sea ya estropeado o imposibilitado en su funcionamiento por el mismo avance tecnológico.
Por esta razón creo que los libros nunca morirán. Como nunca han muerto los discos vinilos de música, que recién se están volviendo de moda, como la televisión no ha causado la muerte de la radio, como los cinemas no han matado el teatro.
Tener en las manos un libro nuevo, que huela todavía a impresión y nos parezca como una caja llena de secretos que nadie haya conocido, o usado, cargado de las historias de las personas que lo han manipulado, subrayado o han puesto anotaciones a lo largo de sus hojas, nos proporciona unas emociones y unas sensaciones que ninguna pantalla puede igualar.
Eso sí, hay que incentivar a la lectura y hay que intentar leer lo máximo posible: todos los días tienen que ser 23 de Abril.
Carmelo Licata – Voluntariado La Troje